La pobreza como problema de fondo. Por: Abdiel Rodríguez Reyes
Estamos lejos de las
próximas elecciones generales y ya se empiezan a agitar las banderas
partidistas e incluso las quiméricas independientes. De estas últimas muchas
quedarán a medio camino. Las muestras más burdas de clientelismo saltan a la
vista mientras que los problemas de fondo quedan intactos, la pobreza es uno de
ellos. Parece que nuestra elite política solo tiene un proyecto: ganar
elecciones, mientras que el país navega sin rumbo.
Recientemente
se publicó el Informe sobre pobreza y
derechos humanos en las Américas (CIDH/OEA, 2017) en el cual se recalcó que
la pobreza es “uno de los desafíos más grandes que enfrenta la humanidad”,
además, de que, nuestra región sigue siendo la más desigual y “revela actualmente una tendencia al
estancamiento en los esfuerzos por la reducción de la pobreza”, en el plano
nacional pese al alto porcentaje del Producto Interno Bruto, aún cargamos con
el lastre de la pobreza, al menos así lo demuestra el Índice de Pobreza Multidimensional de Panamá (MEF/INEC/MIDES, 2017):
“los resultados para el año 2017 indicaron que el porcentaje de personas en
condición de pobreza multidimensional se ubicó en 19.1%, lo que representó en
términos absolutos 777,752 personas” (con otras mediciones el porcentaje sería
más alto).
En las
redes sociales y en particular los medios de comunicación reproducen prejuicios
en torno a los pobres ¿aporofobia?[*],
muchas veces se le indilga el problema, a pesar de que se desenvuelven en un
contexto marginado en donde están condenados a reproducir esa condición. No se
les brinda las herramientas para que desarrollen capacidades y hagan factible
sus derechos económicos, sociales y culturales. Esto se convierte en un círculo
de dependencia, así el clientelismo tiene de donde agarrase con fuerza: de esos
amplios sectores marginados con un bajo nivel de educación que buscan
desesperadamente un jamoncito de vez en cuando.
La
distribución de las riquezas no parece ser un problema. Mejor es mirar para
otro lado. Un pequeñísimo porcentaje de ricos cuenta con privilegios inalcanzables
para el resto de la sociedad, mientras que esa quinta parte del país se consume
en la pobreza y reproduce todo tipo de desigualdades. Si no cuestionamos
realmente esa pirámide, está muy bien la ilusión de una armonía entre unos y
otros. Tenemos que poner énfasis en esos lastres que hacen posible más de lo
mismo.
Me
gustaría ver qué propuestas factibles tienen los partidos e independientes para
encarar los problemas de fondo.
[*] Es la fobia al pobre. Véase «Historia de un
término» en: Cortina, A., 2017. Aporofobia,
el rechazo al pobre. Un desafío para la democracia. Barcelona: Paidós. pp.
22-27.
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