La Universidad que queremos. Por Abdiel Rodríguez Reyes


Cuando hablamos de Universidad (con mayúscula) debemos estar conscientes de lo que realmente esto significa e implica. Podríamos decir a grosso modo que es donde se produce, circula y transmite el conocimiento científico, humanista y tecnológico. Es decir, el Pensamiento Crítico en su desenvolvimiento.
Separar la crítica subjetiva de la objetiva, es una de las primeras tareas que hay que hacer. El debate en torno a la Universidad en Panamá se centra en cuestiones “políticas” confusas. Los interesados en este debate tienen que dar un golpe de timón, y enfocar la cuestión en lo que es relevante para la Universidad.
En primer término, los temas de mayor densidad en la Universidad son la academia y la autonomía. La Universidad es academia, pura y dura. En la academia no hay amigos. Lo que vale son los títulos y las ejecutorias, donde tiene que imperar el darwinismo académico, la voluntad creadora, la vocación docente e investigadora. En esto no se puede ceder ni un ápice. La academia tiene que ser el eje rector de la Universidad, sin esto no se puede hablar de tal cosa.
Para que esto funcione, es necesaria la autonomía, sobre ello, Boaventura de Sousa Santos lo explica con la claridad que lo distingue: «la autonomía científica y pedagógica de la universidad se asienta en la dependencia financiera del Estado»[1]. La dependencia financiera de la Universidad al ejecutivo, es una de las limitantes. Por lo que hay que estar administrativamente en tensión con el gobierno para lograr autonomía.
Dado esto, para que la autonomía funcione, es necesario funcionarios eficientes con capacidad planificadora, si no, la autonomía no tendría sentido alguno. La Universidad tiene que ser autónoma en su sentido más amplio. No depender de la visión reduccionista del desarrollo nacional que tienen los gobiernos neoliberales. La Universidad tiene que ser el epicentro donde se problematice sobre estas cuestiones.
Temas menos densos se van deshilvanando, pero no dejan de ser también vertebrales. Por ejemplo, seguir con los proyectos, corregir y fortalecer los eslabones débiles. No caer en discontinuismos de proyectos ya en marcha, como la inclusión de los que no podían estudiar por estar en el interior del país y zonas de difícil acceso donde la Universidad no tenia presencia alguna. Es hora de pensar la Universidad más allá de las rencillas de grupos a lo interno de la institución.
Así estaremos construyendo la Universidad que queremos. Fortaleciendo el proyecto institucional de Universidad que tendrá duras tareas en el siglo XXI.

        


[1] De Sousa Santos, B. (2013) La Universidad popular del siglo XXI. Costa Rica: EUNA. p, 25. 

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