La filosofía en los asuntos humanos. Por Juan M. España*


De acuerdo a Platón, el inicio de la filosofía comienza por el asombro (‘Thaumadzein'), por ende, el filósofo se hace como tal a partir del mismo. Este suceso que experimenta el filósofo no trata de una relación con una cosa particular, sino que, como diría Soren Kierkegaard, se trata de la experiencia de la no-cosa, en otras palabras: la experiencia de la nada. La experiencia de la no-cosa, resulta ser muda, pues no hay forma de traducirla en palabras.
Este es el ‘pathos' (algo que se soporta) del filósofo, pero el mismo no le lleva a una serie de verdades absolutas a las cuales el resto de la humanidad no tiene acceso, pues, tan pronto pasa este estado de asombro, el filósofo no es capaz de realizar afirmaciones axiomáticas, sino que más bien hace preguntas. Pero no cualquier clase de preguntas, sino aquellas que no se pueden responder.
¿Qué es el ser?, ¿qué es la nada?, ¿cuál es el fin último de la vida?, etc. Cuando estas preguntas acosan la cabeza del filósofo, las reglas del sentido común no tienen validez, son cuestionadas, puestas en duda. Esto provoca que el filósofo termine separado de la polis, de la multitud, no puede ser parte del terreno político, pues su experiencia muda no puede traducirse en la ‘doxa' (opinión), la cual hace al hombre un ‘zoon politikon' (animal político).
Por así decirlo, el filósofo carece de una ‘doxa' distintiva, no obstante su ‘pathos' le salva del dogmatismo en el que caen las mayorías, pero lo resigna a la soledad, en conclusión: sale de la vida política. Esto no impidió a Platón afanarse en buscar un vínculo entre la filosofía y la política. Varios de sus trabajos aportaron valiosos criterios y reglas para analizar el mundo de los asuntos humanos, de la vida política. Prueba de que ni el mismo Platón ni ningún otro filósofo puede tolerar el ‘pathos', cargado de soledad, al fin y al cabo somos seres sociales.
Añadido a esto, en la vida privada no podemos ‘brillar', solo en la vida pública es donde nuestra ‘doxa' llega a tener valor alguno, pues solo ante el otro(a) es que mi ‘doxa' es valorada y viceversa. El resultado final parece indicar que el conflicto entre filosofía y política no es más que un problema interno del propio filósofo.
Su salida de la vida política es una decisión particular de dejar de ocuparse de los asuntos humanos, para pensar los asuntos divinos. Sin embargo, el filósofo debe reconocer que es un mortal más. Es de este reconocimiento que surge el otro posible camino tras la experiencia del ‘thaumadzein'. Como ya se dijo, al hacerse las preguntas sin respuesta, el nuevo filósofo rompe con el dogmatismo dominante y las soluciones que este brinda para los problemas de la vida cotidiana, de aquí en adelante hay una bifurcación, y uno de estos caminos que solo puede acaecer tras el reconocimiento de mi ser como algo temporal y mortal, me encamina a pensar lo humano.
De allí en adelante es cuestión de redescubrir aquellos criterios y reglas de los filósofos del pasado y presente —pues se hace preciso conocer la tradición— con los que podemos hacer frente a los problemas de nuestra época. Como lo pondría Slavoj Zizek: ‘¿Cómo nuestra época, aparecería a su pensamiento?'. Ya sea el pensamiento de Platón, Aristóteles, F. Hegel o K. Marx, H. Arendt, entre otros. Hoy estamos frente a problemas que no solo afectan la vida política de la polis o del Estado nacional y que el sentido común, el dogma, la ideología dominante —entre otros nombres— no puede abordar con sus criterios obsoletos.
Se hacen obsoletos, pues el ser que pensaron en su momento era tan temporal y mortal como el actual; es decir, con un contexto distinto y con problemas propios a su temporalidad. Sin embargo, estos criterios no son obsoletos en sí, dejan de serlo cuando hacemos el esfuerzo intelectual de crear una nueva relación entre estos criterios con el contexto actual, con los movimientos políticos y sociales de nuestra época. Pensemos antes de actuar, pero pensemos lo humano, esta es la tarea del filósofo de hoy.
*FILÓSOFO DEL GRUPO DE AMANTES DE SOFÍA (ADS) Y PERIODISTA.

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