Francisco y el diálogo sobre la Tierra. Por Juan Jované


Las tendencias relacionadas al ambiente son alarmantes. Esto se refleja en varios escritos, basados en algunos de los estudios más recientes sobre el tema. Es así que el conocido activista ambiental Ian Angus en un reciente artículo, publicado bajo el título de “When Did the Anthropocene Begin… and Why Does it Matter?, no solo llama la atención sobre el hecho de que hemos entrado en una época en el que el impacto de los seres humanos se ha convertido en el elemento determinante del futuro de los ecosistemas terrestres, así como de los servicios de soporte de la vida que estos generan. También nos ha recordado que a partir del final de la II Guerra mundial se ha producido la llamada “Gran Aceleración”, es decir un proceso de incremento del impacto del actual modelo de crecimiento económico sobre el ambiente, el que de continuar amenaza con destruir las condiciones que durante el Holoceno permitieron el florecimiento de la vida humana y el progreso de la civilización.
Leonardo Boff en su también reciente artículo “No hay más recurso en la despensa de la Casa Común”, cita los últimos datos generados por la Global Footprint Nethwork el 13 de agosto de 2015, de acuerdo a los que la carga ecológica con que sobrecargamos el planeta solo podría ser sostenible si la Tierra tuviese un tamaño 60.0% más grande que el que realmente tiene. En este artículo, al igual que en otro escrito por Johan Rcokströn con el título “Bounding the Planetary Future: Why We Need a Great Transition”, se cita el resultado de la más reciente investigación realizada dentro del llamado “Marco de las Fronteras”, publicada por un grupo de prestigiosos científicos en la revista Science del 15 de enero de 2015. De acuerdo a la misma, de los nueve límites vitales para mantener al ecosistema dentro de un rango que permita sostener las condiciones de vida y civilización, cuatro ya habrían sido sobrepasados. Dos de ellos, que tienen que ver con el cambio climático y la extinción de especies, representan fronteras fundamentales, cuya transgresión puede llevar al colapso de la propia humanidad como la conocemos hoy día.
Estamos frente a una verdadera situación de urgencia. Enfrentarla significa tomar conciencia de la misma, a la vez que se gana comprensión de su origen: el actual e inequitativo sistema de acumulación incesante de ganancias y riqueza abstracta. “La economía, dice el Papa Francisco, asume todo desarrollo tecnológico en función de su redito, sin prestar atención a eventuales consecuencias negativas para el ser humano”. Inmediatamente agrega que “las finanzas ahogan a la economía real. No se aprendieron las lecciones desde la crisis financiera mundial…”. Al mundo le hace falta, entonces, la construcción de una nueva forma civilizatoria basada en el cuidado de la naturaleza y la solidaridad que se expresa en la justicia social.
La urgencia de la tarea propuesta precisa del concurso de todas aquellas visiones que, desde diversos enfoques, han llegado concluir que hace falta una Gran Transformación. Para eso es necesario adelantar un dialogo entre todas estas, las que mucho pueden aportar y enriquecerse mutuamente. Entre las mismas, sin intentar ser exhaustivo, están los que como James Hansen provienen de la investigación científica, la corriente ecofeminista, que entiende el origen único de dominación de género y la explotación de la naturaleza, quienes, como Martinez-Alier militan en base a la llamada Ecología Política, con sus ideas de justica ecológica, ecología de los pobres y decrecimiento. No menos importante son los aportes de los que desde la Economía Política destacan, como lo hace John Bellamy Foster, el concepto de la ruptura metabólica, así como los aportes de la Economía Ecológica, con la idea de Herman Daly sobre el Estado Estacionario, junto a la investigación de Elionor Omstrom, que insiste en la importancia de la autogestión comunitaria de los recursos naturales. A esto habría que sumar los importantes aportes que provienen de la visión religiosa de la creación y la vida, donde se destacan los planteamientos de Leonardo Boff.
Esto lleva valorar el objetivo del Papa Francisco cuando propone que “necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas nos interesan y nos impactan a todos”. En el dialogo encontraremos coincidencias y diferencias, pero en su discusión franca y fraterna irá apareciendo el camino solidario hacia la nueva civilización.
Este diálogo, junto a la importante idea del Padre Fernando Cardenal de impulsar una campaña de alfabetización ambiental, son tareas complementarias e indispensables.

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