Tensión entre movimientos sociales y partidos políticos - Abdiel Rodríguez Reyes
Tensión
entre movimientos sociales y partidos políticos
Después
de la escalada global de descontento social desde 1994 en Chiapas hasta las
manifestaciones en Baltimore, se avecina un problema para la praxis política;
la tensa relación entre los movimientos sociales con los partidos políticos.
Un
caso en Europa
Esta tensión se acentúa coyunturalmente en un caso
en Europa, con la dimisión de Juan Carlos Monedero de secretario de Proceso
Constituyente y Programa de Podemos.
Los comentarios de
Monedero: “a veces nos parecemos a quienes queremos sustituir” denota esta
tensión. Pero a la misma vez recalca su compromiso con el partido, ahora desde
las bases y desde la batalla de las ideas (a decir de Perry Anderson).
La
tensión consiste en que Podemos es para muchos (al menos para Vincent Navarro y
Fabio Gándara que les he leído) producto de las indignaciones del 15 M, un
autentico movimiento social que transcendió por las circunstancias históricas a
formarse en un partido político y disputarse el poder. No hay un manual de cómo
debe ser esta transición de movimiento a
partido.
Por un lado los
movimientos sociales con las características del 15 M hacen el grito en la
calle, en la plaza en contra del sistema, en cambio un partido político como
Podemos tiene que operar en el sistema, con el ideal de Caballo de Troya,
estallar adentro.
Algunos
casos en Latinoamérica
En Latinoamérica esto
tampoco está muy claro aún. Hay una tensa relación entre los movimiento
sociales con los partidos políticos, por ejemplo, como el EZLN y MORENA en
México y como el MST y el PT en Brasil cada caso con su propia dinámica.
La agenda de los
movimientos sociales es salir al paso, al calor de las contradicciones del
sistema en general y de la clase política en particular a proponer otro sistema
posible, en cambio la dinámica de los partidos políticos, es llegar al poder y
gobernar, cargando las injerencias exógenas propias en la región y las
limitaciones de hacer algún cambio en un sistema cada vez más excluyente.
Hacer que ambas cosas
se encausen es uno de los principales problemas para la praxis política a las
cuales se deben enfrentar los gobiernos que quieren ser legítimos socialmente.
Será tarea del pensamiento crítico hacer la reflexión sobre esta tensión que al
parecer ganará fuerzas en estos años.
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